Algunas veces, cuando preparamos alguna receta en la que utilizamos garbanzos, nos encontramos con que algunos de ellos nos han quedado un poquito duros, o como mínimo, no lo suficientemente tiernos. El motivo es porque no hemos mantenido los garbanzos en agua el tiempo suficiente, o no lo hemos hecho en las condiciones ideales.
Para solucionar este problema y no encontrarnos con los garbanzos duros, deberemos mantener los garbanzos en remojo, en agua templada con sal, durante doce horas. Lo ideal es dejarlos la noche anterior en remojo, si vamos a hacer la receta a mediodía del día siguiente, de la forma como hemos comentado, en agua templada con un poco de sal.
En el momento en el que vayamos a preparar nuestra receta, y vayamos a cocer los garbanzos, lo haremos también en agua templada. De esta forma conseguiremos unos garbanzos bien tiernos, y nuestras recetas lucirán mucho más.